viernes, 7 de marzo de 2008

...a un palmo

Pasaba las horas sentado.
Delante de una estúpida pantalla de ordenador, esperando...¿a qué?
Quizá esa sería la pregunta que debería haberse planteado desde el principio, así tendría claro qué es aquello a por lo que tenía que ir, aquello que debía conseguir. Estúpido, poco precabido, o quizá tonto, tantos adjetivos se le podían aplicar...Pero el siempre prefirió el de "indeciso". No sabía por qué, ni qué era lo que le gustaba de esa palabra, pero sabía que eso era, le gustaba. Las letras en sí no le daban ningún significado. La unión...¡Ah! ¡Amigo! eso ya era otra cosa...

La unión de las cosas...ese era un tema que le encantaba. De pequeño, siempre que jugaba con muñecos, héroes y villanos, acababan siento todos muy amigos y felices en su imaginación desbordante. Cuando jugaba a las carreras de coches siempre conseguía (haciendo trampas algunas veces) que el coche de delante no le sacara más de un palmo al de atrás, porque siempre creyó que si el de alante decía algo, el de atrás debería estar lo suficientemente cerca como para poder oírlo. Y todos sabemos que la distancia para oír las cosas bien es siempre un palmo. Un palmo de distancia entre coches, un palmo de distancia entre héroes y heroínas, un palmo de distancia entre el y ella.

Ella, otro tema que le gustaba, pero no le gustaba hablar de ella. Se enfadaba, se enfurruñaba cada vez que alguien la nombraba. Nunca supo por qué. Bueno, seamos realistas, él si sabía por qué, pero nunca se lo dijo a nadie. Eso era algo que se guardaba para sus héroes y porches de plástico made in japan.
Dibujar también le encantaba. Siempre pedía papel y plastidecor para poder plasmar su imagen mental. Rara vez salían trazos enfocados a los "plastiqueros", pero siempre había algún trazo enfocado a ella. Quizá era lo que el pensaba, en su imaginación desbordante: que todo se parecía a ella.


Pero lo que nunca llegó a entender, ni aún estando a un palmo del dibujo, fue que para él ella era TODO.

Pasaron los días, meses y años. Y olvidó en su gran baúl todo aquel plástico que en otro tiempo le conseguía sacar una sonrisa. En ese gran almacén de polímeros, depositadas con mucho cuidado, se hallaban esas pinturas que, quisiera o no, siempre acababan traicionándole. Porque...¡QUÉ DESFACHATEZ! ¿¡Cómo un simple instrumento utilizado para definir los pensamientos podía haber sido capaz de jugarle aquellos malos ratos!?


Ahora se ríe al recordar sus enfados. Hay veces que hasta le miran raro por reírse solo. Pero a el no le importa. Otra cosa que tampoco le importa es que le hablen de ella. Es un tema ya superado. Pero ahora hay una persona que le recuerda con frecuencia aquellos días. Y lo hace de una manera especial.

Hablando. Ella le habla a un palmo de distancia.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

mira que me gusta lo que has escrito cuqui

esto es muy cierto
Y todos sabemos que la distancia para oír las cosas bien es siempre un palmo
:)

te quiero bombon!

.elena ortiz dijo...

me has enamorado con este texto cuco de la vida. que bonito en serio :) es precioso. te quiero victorioso mio. y me da mucha pena que no vengas a murcia y te vayas a venalmádena o como se llama. un beso tekier o¨:)