miércoles, 28 de mayo de 2008

amorentreparentesis





Llegué a la parada de autobús. Pensé que llegaba tarde, pero creo que era la sensación de todo el día, de ir corriendo a todas partes. Ahora me iba a casa y no tenía la menor prisa. Pero me agobiaba el hecho de ver que el autobús tardaba. Pensé: "es el tráfico" y conseguí relajarme.

Iba con los cascos, sonando una musica que decidí que tenía que aprenderme de pe a pa. Así que me dejé llevar por las letras, las notas y la melodía. Cerré los ojos y presté mucha atención a aquellas letras que parecían escritas para mí, como parte de mi diario. Pero algo hizo que me sobresaltara. Una rafaga de viento, un leve roce o un aroma reconfortante. Abrí los ojos.

Bajo mi atenta (e indiscreta) mirada se levantó y cedió su sitio a un señor mayor, con los ojos lacrimosos, y al que le resultaba dificil desplazarse. Con una amplia sonrisa le tocó el brazo, y le ayudó a sentarse. Tiene gracia pero eso hizo que ya quisiera conocerla, y casi ni la había visto la cara.

Decidí ser un poco más discreto, y dejar de mirarla. Y me dí cuenta de que ya había llegado mi autobús, y estaba abriendo las puertas. La canceladora amenazó con dejarme sin abono, pero al final me lo devolvió. Divisé un sitio y allí me senté, con la mirada fija en el paisaje tras el cristal.

Madrid...que gran ciudad...

Nunca dejará de sorprenderme. Siempre habrá algo que me llamará la atención y que antes no ha sido almacenado en mi memoria.

Ensimismado, noté unos ojos clavados en mí. Solo por un segundo, que parecieron horas, encontramos la mirada. Qué sorpresa cuando vi esbozada una sonrisa timida. Tonto de mí pensé que la sonrisa iba dedicada a otra persona que se la merecía más. Y en efecto, miré detrás y allí, sentado, estaba el señor mayor de ojos lacrimosos. Sonriendo a la amable chica.

Me centré en los encantos de la Plaza de España. Nunca me gustó mucho estar en ese parque. Pero me encantaba mirarlo fugazmente desde el autobus.
Como todo en esta vida, esa imagen desapareció rápido, porque el autobús decidió arrancar.
La Gran Vía, sus fantásticos edificios, y su gente siempre serán mi entretenimiento en esos trayectos.

La música seguía, canción tras canción, como los metros que recorrían bajo mis pies.

Como drogado, ensimismado, volví a cerrar los ojos, disfrutando de los pequeños brillos que se adivinaban tras mis parpados.
Jugué a buscar formas, en la oscuridad.
Notas van, notas vienen.
Letras pronunciadas, silencios preparados, creados y contextualizados.

Creo que no hay mejor sensación.


Si no hubiera llegado a sentir otra vez aquella mirada no me hubiese dado cuenta de que había llegado a Cibeles, donde debía bajarme.

A la espera de otro autobús, disfrutando del Paseo del Prado y de su tránsito sin igual, recordé aquella sonrisa. Esa sonrisa...ya lejos, a algún kilómetro ya...

Aquella cara reflejada en un anuncio cualquiera, de una marquesina cualquiera, de una calle cualquiera, a una hora cualquiera.

Como una máquina, sin percibir cambios, llegué a mi calle.

Siempre hay alguien a quien saludar, y dedicar una sonrisa "de conocidos". En este caso fue a mi portero.

Llegué al ascensor, y aún cuando la música era audible hasta en mi casa (a seis pisos de distancia y unas cuantas puertas de por medio), noté que alguien me pedía que la esperara. Y así lo hice, sin preocuparme por saber quien era. Algún vecino con prisa, o con miedo a subir solo.
Me metí dentro y sostuve la puerta.


Allí, en menos de metro y medio cuadrado, recordé aquella cara.



Aquella cara que había tenido ganas de rozar con 2 humildes besos, con el simple hecho de conocerla.

Aquella cara que yo sentía cerca.

Notaba sus pestañas.

Notaba su aliento.

Un pelo juguetón que decidió hacerme cosquillas por la mejilla.

Y allí, en menos de dos metros cualquiera, en un ascensor cualquiera de un portal cualquiera. Allí, mientras sonaba la banda sonora de mi diario, nos encontramos encerrados en un paréntesis de besos. Un paréntesis lleno de vida, capaz de parar el tiempo y hacer temblar hasta la mas fuerte de las rodillas.

domingo, 18 de mayo de 2008




nose como no habia subido esto antes
de verdad que es un gran video
la narradora una de las buenas
y el escritor (Gª Marquez) un grandisimo jefe

viernes, 16 de mayo de 2008

al aire

Me gusta ver tus fotos sonriendo
porque así me olvido de lo cabreado que me tienes.

Los viajes son para descansar
algunos dicen que también para olvidar
pero en esto no estoy yo de acuerdo.

Me gusta decir las cosas claras
no me gusta mentir
aunque no voy a negar que se me de bien.

Cuando soy sincero
es porque has hecho algo bueno que me haga serlo contigo
no olvides esto, y no dejes de hacer esas cosas buenas.

Jamás pensé que pudiera ser cierto que un coche te cambia todo
hasta la personalidad...
si, yo también quiero un mini.

Hoy vi un perro herido
arrastrado por su dueña (vecina)
me dieron ganas de herirla a ella.

Hablar de sexo es bueno
gritarlo en los bares es divertido
sobretodo si les gritas mentiras.

Sentarme en nuestro bar,
beber nuestra cerveza,
y reirnos de nuestros camareros,
no es lo mismo sin escuchar nuestra musica
ni sin nuestras televisiones opuestas.






sin más
popurri de tonterías
aunqe algunas muy ciertas (os dejo que lo entendais como querais)

martes, 13 de mayo de 2008

Hay veces que pretendemos ser personas cabales, guiándonos de nuestros instintos, de nuestras ganas en esos momentos de hacer tal o cual cosa, de realizar aquello que siempre habiamos pensado hacer.

Cuando somos capaces, ¡valientes! diría yo, de hacerlo, podemos sentirnos bien o mal.
Mal nos sentiremos si no sale todo como debe, si no va todo bien, si te asustas, si tienes miedo.

Bien nos sentiremos si hemos sido capaces de habernos tirado a la piscina, sin pensar en las consecuencias. Creo que nunca hay que tener miedos, nunca hay que hacerse tantas preguntas, simplemente actuar, por puro instinto. Aunque hay veces que segundas partes salen perjudicadas. Pero si uno no piensa en uno mismo, ¿quien lo va a hacer si no?




Así que lanzaros a la piscina, vivir la vida, ser felices, y sobretodo no penseis muxo en lo que está bien o está mal, que eso es muy subjetivo.





Lucía, creo que tu eres la que ha abierto esta faceta en mí.
Por eso creo que no sabré darte nunca las gracias como las mereces.