domingo, 30 de enero de 2011

Ser capaz de entregarse entero y por completo a otra persona es la mejor cosa de la vida. El amor verdadero comienza ahi, en esa entrega incondicional. Una vida íntima sólo vale la pena cuando se crea una dependencia mutua.
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viernes, 28 de enero de 2011


anoche me dijo un gato, sí, un gato, bien conoces lo poco que me gustan, pues sí, fue un gato el que me habló. me dijo algo que yo sabía, pero creo que tú no. entre maullidos y ronroneos, los cuales acabaron por ponerme de los nervios, me contó que existe algo.
algo que, cuanto menos, es impresionante.
por lo visto, existe un material. llegado a este punto solo quería matar a ese gato. estaba poniéndose muy muy pesado.
creo que detectó mis instintos homicidas emergiendo, así que procedió con la historia.
ese material, el no sabía como se llamaba, era extraordinario y único a la vez. por esto mismo se me pasaron las ganas de matar al gato. me picaba la curiosidad, aunque fue esta misma la que lo mató.
ese material, con pasado tormentoso, y creado de una serie de inconvenientes y una gran cantidad de mala suerte, siempre se mantenía unido.
podías coger dos porciones de ese material y separarlos.
mandarlos a china y a dallas, a reijkjavic y a dublín, a panamá y a saturno.
podrías inventarte cualquier combinación de ciudades y rincones para esconderlos, que el material, sacaba su magia.
por lo visto, la explicación es bastante increíble.
podría pasar el tiempo que quisieras, los desastres que más te plazcan y las mañanas de domingo que más te gustaran, que el material siempre acababa unido.
el gato, aunque él creyó que yo no lo había notado, abrió los ojos un milímetro por la fascinación que le causaba tal materia. lo que el gato no sabía es que se le erizaba el pelo con mucha facilidad, sobretodo cuando tenía envidia, y esto si que era perceptible.
así que el gato, muerto de envidia, como todos los gatos, terminó la historia diciendo que una vez conoció dos peces que estaban hechos de ese material. enfadado los separó, decidió llevarse lejos a uno de ellos. mantenerle en una pecera y no dejarle ver el exterior nunca más.
pasó el tiempo, y el gato se creyó victorioso. altivo iba de aquí para allá.
pero un día llamaron a la puerta. llamó con maullidos a su dueño para que abriera, todos sabemos que los gatos no pueden abrir puertas. el dueño llegó, después de su ducha de las mañanas, y abrió la puerta. no había nadie. pero el gato enseguida lo olió. olía a pez.

cuando terminó la historia pude ver su rencor.
el quería estar hecho de ese material mágico. que alguien se esforzara en separarlo de su mitad, y sorprender con su magia.

el gato se fue, y yo descansé mi odio hacia él.
ese gato, lo que no sabía, es que estaba hablando con alguien que sabía de muy buena mano toda aquella historia.


tú y yo estamos hechos de ese material. pueden separarnos, lo que quieran, que no conseguirán que se nos olvide que tenemos magia.