
Darse cuenta de las cosas. Darse cuenta de las cosas, tarde, es lo peor que te puede pasar. Esta tarde, sin ir más lejos, noté que algo me distraía. Era un molinillo. Sí, un molinillo de estos que no se si tienen nombre. Pero de pequeño siempre me enseñaron que se llamaban Molinillos.de.los.deseos. Y claro, como a buen infante ingenuo me contaron la leyenda.
-Mamá, ¿qué es esto?
-Mira, cada vez que encuentres uno de estos cógelo. Pero cógelo con suavidad. Encierrale en tu mano con firmeza y suavidad. No dejes que se escape. Por lo menos hasta que esté preparado para desempeñar su función.
- ¿Qué?
- Se llaman molinillos de los deseos. Cuando encuentras uno lo tienes que coger. Cuando sientas sus cosquillas entre tus dedos, cierra los ojos, con fuerza, no los abras. Piensa en lo que más desearías en ese momento. Cuando lo tengas en mente abrelos. Acercate la mano a los labios y abrela. Antes de que tu nuevo y pequeño amiguito se escape ¡SOPLA! Sopla con fuerza. sigue su trayectoria. Cuanto más alto suba, más probabilidades tendrás de que tu deseo se cumpla.
Pues hoy, sin ir más lejos, encontré uno.
Y sin ir más cerca, o lejos, la verdad es que no lo tengo claro, lo cogí. Es extraño pero sabía perfectamente como cogerlo. Y sin intención cerré los ojos. Y sin quererlo soplé.
El problema es que me dí cuenta demasiado tarde de que no había pedido un deseo. O tal vez sí. Nosé, igual lo hice sin quererlo, sin intención y sin darme cuenta.
Cuando te das cuenta de algo muy tarde es un problema.
Muchas veces no hay vuelta atrás, las cosas han cambiado y es dificil retomar aquello que decidiste ignorar parcial o completamente una vez. Y ahora, con ganas de enmendar tu error, esa ignorancia consentida, ya es tarde.
Quisiera volver a encontrar mi Molinillo.de.los.deseos, y preguntarle si va cargado, arrastrando en su espalda, ese deseo que no se sí pedí, o deje de hacerlo por ignorancia.